Amor a primera vista

Solo existen dos clases de personas: las que creen en el amor a primera vista y las que no. Yo pertenecía a este último grupo, pero ayer mi perspectiva cambió de manera radical. Con motivo del Día de las Madres, me encontraba en el centro de mi ciudad esperando la llegada de mis papás para ir a festejar. Como era de esperarse, había un gran bullicio y ajetreo en esa parte de a urbe, y los negocios se encontraban a tope y exhibiendo sus mercancías a como diera lugar, compitiendo por llamar la atención de los consumidores.

Fue en ese momento mezclada entre la multitud, que algo llamó mi atención; la iluminada visión procedía de una tienda de ropa femenina, y se trataba de un precioso vestido rojo largo y con un escote muy sugestivo, pero muy elegante. Fue en ese momento que mi postura pasó de no creer en el amor a primera vista a ser una devota fiel de concepto.

Quizás crean que estoy exagerando, pero experimenté algo parecido a lo que hemos visto algunas veces en películas. Todos los sonidos a mi alrededor de pronto parecieron enmudecer. Las personas que me rodeaban dejaron de importar, como si no estuvieran ahí. Parecía como si en el mundo solo estuviéramos ese hermoso vestido y yo. Me quedé inmóvil a mitad de la acera contemplando tan majestuosa aparición y me sentí irremediablemente atraída hacia la prenda.

Algo en mí supo de manera instantánea que tenía que poseer esa pieza de indumentaria. Por mi cabeza desfilaron imágenes de cómo lo usaría, con qué zapatos lo combinaría, cómo me maquillaría y me imaginé sin problema el roce de la suave tela con mi piel recién depilada. Sin dudarlo, me encaminé hacia el interior de la tienda y pregunté el precio. Acto seguido, quise saber qué talla era, y cuando la dependienta me preguntó en qué talla lo buscaba, sin nada de pena ni vacilación le dije

-Es para mí, ¿cuál crees que me quede?

Una sonrisa de complicidad se dibujó en su cara y su manera distante de atenderme se transformó en un trato más personal y amable. Me comentó que en la bodega tenía una talla que estaba segura de que me quedaría y se fue a buscarla. Incluso, me dijo que, si deseaba pasar al probador para asegurar el talle, lo hiciera con toda confianza. Me sentí tentada por hacerlo, per decliné el ofrecimiento ya que llevaba prisa porque mis papás estaban por llegar. De cualquier manera, me comentó que contaba con tres días para cambiarlo si no me quedaba.

Una vez que terminamos el festejo de mamá, me dirigí a mi casa ansiosa por probarme el atuendo. Me deshice de mi atuendo masculino como si las telas me quemaran la piel y me enfundé en esa maravilla roja y escotada. ¡Diosa mía! Ahí comprobé que estábamos hechos el uno para el otro. Me quedaba como un guante, como si lo hubieran mandado a hacer para mí.

Procedí a maquillarme y a escoger la peluca. Sería una noche larga, llena de fotos y videos que dejaron constancia del romance entre ese vestido rojo y yo.

Cómo vestirme de mujer

Empezar a andar el camino de la feminofilia a veces puede convertirse en algo intimidante. Existen muchas cosas qué tener en cuenta: escoger la vestimenta correcta, aprender a maquillarte o descubrir cómo expresar tu lado femenino de una manera que te haga sentir bien. En este post te comparto diez pasos para comenzar a vestirte de mujer y que te ayudarán a verte y sentirte mucho mejor. ¡Continúa leyendo para saber más!

1.- Invierte en una buena peluca.

Este debería ser el primer paso en la vida de toda travesti. Una peluca puede transformar tu apariencia de manera inmediata, y además te brinda la oportunidad de experimentar con diferentes estilos de cortes y peinados. Si quieres saber más acerca de cuánto cuestan, dónde comprarlas, cómo ponértelas y cómo cuidarlas, te recomiendo ver este tutorial.

2.- Aprende las habilidades básicas de maquillaje.

Si estás comenzando en la feminofilia, aprender a maquillarte puede parecer algo abrumador. Pero ¡no te desesperes! El maquillaje es una de las herramientas más importantes a la hora de feminizar tu apariencia. Afortunadamente, vivimos en una época en la que puedes instruirte sobre lo que sea en línea, y existen centenas de tutoriales que te guiarán paso a paso.

No te enfoques, de momento, en técnicas complicadas (como el contouring o las pestañas postizas, por ejemplo). En lugar de eso, concéntrate en el labial y maquillaje simple para tus ojos, como las sombras y el rímel. Estos son fáciles de aplicar y harán que tu apariencia sea más glamorosa, aun cuando tu técnica no sea perfecta. En nuestro canal de YouTube preparamos un tutorial para comenzar a maquillarte de manera muy básica.

3.- Rasúrate.

Afeitarse el rostro es importante a la hora de lucir tan femenina como sea posible. Utiliza un buen rastrillo y aféitate justo antes de comenzar a transformarte, de esa manera disminuirás al máximo la sombra de tu barba. Lo más recomendable sería rasurar también el resto del cuerpo, pues esto te hará lucir y sentirte mucho más femenina. Además, esto te dará la ventaja de que la suavidad de las telas de faldas, blusas, vestidos o pantimedias se sentirá muchísimo mejor al contacto con tu piel suave y tersa.

4.- Crea una figura femenina.

La curvilínea figura femenina sin duda es atrayente. Es por ello que, uno de los primeros pasos de los travestis iniciantes, es buscar la forma de crear el efecto de boobs. Invertir en un par de explantes que vayan de acuerdo con las proporciones y dimensiones de tu cuerpo resultará esencial (ni muy pequeños ni muy grandes).

Los hay de silicón, pero pueden llegar a costar miles de pesos. No obstante, si vas comenzando tu andar en este maravilloso mundo, puedes encontrar algo más económicamente accesible en Amazon o MercadoLibre.

Los pads o rellenos de cadera y nalgas son la clave para crear un efecto femenino en la parte baja del cuerpo, pero esto es algo en lo que puedes invertir más adelante en tu camino.

5.- Conoce tus tallas y medidas.

Si lo tuyo es comprar en línea, como es el caso de muchas feminófilas, entonces conocer tus medidas es algo crucial. La ropa de hombre se mide de manera diferente a la de mujer, además de que las tallas cambian de marca en marca. Si conoces tus medidas corporales, puedes encontrar la talla que mejor te ajustará revisando las tablas de medidas que suelen incluirse en la descripción de la prenda, y esto te salvará de realizar compras de ropa que no te va a quedar y que terminarás tirando o regalando, con el coste económico que eso implica.

Las medidas principales que debes obtener de tu cuerpo son:

  • Torso.
  • Pecho (con y sin rellenos, según sea el caso).
  • Cintura.
  • Cadera.

Además, ten en cuenta que, cuando estés tomando tus dimensiones, la cinta métrica deberá quedar ajustada a tu cuerpo, pero no demasiado apretada. Procura tomar las medidas frente a un espejo, para asegurar que la cinta métrica no quede inclinada o dispareja. Si es posible, es mejor que alguien te ayude a realizar este proceso. ¿No sabes muy bien cómo hacerlo? No te preocupes, ¡también tenemos un tutorial para eso!

6.- Ponte ropa que te haga sentir bien.

Una de las mejores partes de ser feminófila es… ¡ir de compras! Cuando estás iniciando en el travestismo, todo se trata de experimentar, así que busca prendas que te gusten, que sean llamativas para ti. No compres nada que te parezca aburrido solo porque pienses que es algo que “deberías” usar.

Además, trata de no adquirir prendas demasiado costosas mientras sigues descubriendo y definiendo tu propio estilo. Existen tiendas que venden ropa accesible y de una calidad intermedia, y suelen ser excelentes opciones para comprar tus primeros atuendos.

Sentirte bien va de la mano con sentirte cómoda, así que, por más irresistibles que parezcan, deja de lado los corsés muy apretados, los tacones de 15 centímetros o cualquier otra cosa que pueda causarte molestia (a menos que, por su puesto, sea lo que estés buscando).

7.- Escoge los zapatos adecuados.

El calzado es súper importante para complementar tu look. Los tacones tienen la capacidad de hacerte sentir instantáneamente más femenina y atractiva, aunque te limites a pasar el rato en la soledad de tu habitación. Además de su obvio atractivo sensual, los zapatos de tacón ayudan a mejorar la postura y crear un movimiento de vaivén de cadera al caminar.

Si tu presupuesto es limitado, puedes comenzar con un par básico de tacones pumps negros o color nude, pues estos combinan con prácticamente cualquier cosa. Empieza con tacones pequeños, de unos 5 o 6 centímetros para que te acostumbres a caminar con ellos.

Debes tener en cuenta que, dependiendo de tu número de calzado, encontrar zapatos de mujer que te queden bien puede ser todo un reto, pero no te desanimes. Bien dice el dicho que la que busca, encuentra.

8.- Muéstrate al mundo con confianza (cuando estés preparada).

Si tu caso es como el de la mayoría de las travestis principiantes, tu viaje comenzará en la privacidad de tu habitación. Pero, eventualmente, puede que alcances un punto en el que querrás salir a la calle mostrando tu lado femenino. Este es un paso importante y emocionante, y puede ayudarte a validar y reforzar tu aspecto de mujer.

Si te decides a hacerlo, planea con anticipación lo que harás, a dónde irás, qué ropa te pondrás, cómo llegarás al lugar y cómo volverás a tu casa, de esta manera te asegurarás de que sea una buena experiencia. Si es la primera vez que sales, ve a un lugar en donde sea común que haya feminófilas o mujeres trans (puede ser un bar LGBT+, por ejemplo). Si cuentas con el apoyo de alguien que sepa tu secreto, puede ser una buena idea pedirle que te acompañe.

Nuestra colaboradora Vicky Cross escribió un maravilloso artículo que profundiza más en los consejos para salir como travesti a la calle, échale una ojeada.

9.- No te preocupes por “pasar”.

“Pasar como mujer” es considerado el Santo Grial para muchas feminófilas y mujeres trans. La situación es que, para una cantidad considerable de chicas, esto resulta algo impráctico. En lugar de preocuparte por esto, la meta debería ser sentirte cómoda contigo misma. Está bien querer verte lo mejor posible como mujer, pero esto no se traduce en que forzosamente debes lucir como una chica cisgénero. ¡Puedes sentirte orgullosa de verte como una chica travesti con clase, elegancia y estilo!

10.- ¡Experimenta y diviértete!

Sobre todo, pásala bien en este viaje feminófilo. Ten en cuenta que cometerás errores. Tus habilidades para arreglarte, peinarte, maquillarte o caminar con tacones pueden no ser perfectas cuando empiezas, pero eso está bien. Mejorarás con la práctica y la experiencia, e irás descubriendo y construyendo un estilo propio. Así que disfruta el proceso, experimenta con atuendos, estilos, colores, formas, texturas y diviértete mientras lo haces.

Espero de verdad que estos consejos te resulten útiles si vas empezando este camino del travestismo, y confío en que te den la seguridad de expresar tu lado femenino.

Qué es (y qué no es) un travesti

Debo confesar que este post lo escribo con hartazgo. Sí. Estoy harta de tratar de explicarle a la gente que un hombre con predilección por ataviarse con ropas de mujer no es necesariamente homosexual; harta de explicar la diferencia entre preferencia sexual e identidad de género; harta de decirles que el travestismo no es sinónimo de prostitución; que quienes nos identificamos como feminófilas no somos enfermas, desviadas o pervertidas.

No quiero tener que explicar estos temas una sola vez más. Así que, en un esfuerzo por tratar de dejarlo claro, creé esta lista para dejar bien en claro lo que un travesti no es, y también lo que sí es. Aquí vamos:

Lo que un travesti no es:

  • Una persona que se identifica como mujer transgénero.
  • Alguien que tiene la intención de cambiar su cuerpo permanentemente mediante cirugías de reasignación de género.
  • Una persona que necesariamente tiene interés en tener relaciones sexuales con hombres.
  • Un delincuente o criminal simplemente por vestirse con ropa femenina.
  • Un enfermo mental o una persona que necesite tratamiento médico o psicológico.
  • Una persona que deba sentir vergüenza o culpa por su práctica de travestismo.
  • Alguien que es promiscuo o inmoral.
  • Una persona que necesita aislarse de la sociedad.
  • Una persona que tiene algún tipo de trastorno psicológico o emocional.
  • Una persona que necesita identificarse exclusivamente como travesti o que necesariamente tiene una única identidad de género.
  • Alguien que aprovecha todos sus ratos libres únicamente para ejercer su travestismo.

Y ahora, tan importante como el no es, el sí es:

  • Un hombre que disfruta vistiéndose con ropas femeninas.
  • Alguien que busca expresarse y explorar su identidad de género a través de la ropa y otros accesorios femeninos.
  • Una persona que puede encontrar comodidad y seguridad en su práctica de travestismo.
  • Alguien que puede compartir intereses y aficiones con otras personas que comparten su pasión por el travestismo.
  • Alguien que puede llevar una vida normal y tener una carrera, familia y amigos, al igual que cualquier otra persona.
  • Una persona que puede ser respetuosa de la identidad y preferencias sexuales de otras personas.
  • Alguien que puede encontrar un sentido de comunidad y pertenencia en grupos o comunidades de personas que comparten sus intereses y aficiones.
  • Alguien que puede sentirse feliz y satisfecho consigo mismo cuando tiene la oportunidad de vestirse con ropa femenina, pero no solo en esos momentos.
  • Alguien que puede experimentar un aumento de autoestima y confianza al vestirse con ropa femenina.
  • Una persona que puede disfrutar de la sensación de feminidad y belleza que le brinda el vestirse con ropa femenina.
  • Alguien que puede tener una perspectiva única y enriquecedora sobre la vida, debido a su experiencia como travesti.
  • Una persona que puede tener una personalidad creativa y artística, debido a su habilidad para crear y combinar distintas prendas de ropa y accesorios.

¿Se les ocurren otros puntos, amigas? ¡Compártanlos en los comentarios para que esta lista crezca!

Relato: Muerte y nacimiento de una feminófila

Había llegado la tan ansiada hora de descansar. El día fue largo y pesado y casi no podía pensar en nada más que en el suave abrazo de la cama. No obstante, sí que tenía energía para algo más; escoger la ropa para dormir era uno de sus placeres secretos. Abrió el cajón de las pijamas y se deleitó con el aroma que despedía el satín, la seda y el encaje. Su cuerpo se regocijó ante la anticipación de sentir el contacto de su piel con esas delicadas y finas telas.

Para esa noche escogió su favorito: un camisón de seda en color magenta adornado con encaje alrededor del escote. Le encantaba sentir los delgados tirantes tocando gentilmente sus hombros y creando una majestuosa caída de la prenda, misma que provocaba que a cada paso sintiera la suavidad rozando con sus muslos. Además, le fascinaba cómo hacía lucir sus piernas.

¡Sus piernas! En ese momento se le ocurrió una idea poco convencional: ¿y si intentaba dormir con pantimedias puestas? Después de todo, le encantaba ponérselas. Amaba la sensación de suavidad con la que el nailon envolvía sus extremidades. Sí, lo intentaría y a la mañana siguiente evaluaría la experiencia para ver si valía la pena repetirla.

Lavó sus dientes y se realizó una limpieza facial. Se encaminó hacia su cuarto, se recostó en su cómoda cama y se envolvió con las cobijas. El peso de las mantas provocaba que el camisón se ciñera más a su cuerpo, y la combinación con las pantimedias provocó una relajante sensación que pronto se transformó en una somnolencia profunda y pacífica.

Ya estaba inconsciente cuando su cuerpo comenzó a actuar de manera anormal. Los lípidos llevaban un tiempo considerable acumulándose en sus arterias, hasta que una de ellas alcanzó su punto crítico y causó un flujo deficiente de sangre hacia su corazón. No sintió el infarto fulminante al miocardio que acabó con su vida. Murió en paz y con la ropa que más le gustaba usar.

La noche transcurrió tranquila y serena hasta que, eventualmente, amaneció. Su compañera de apartamento fue quien encontró a Daniel por la mañana. Pálido, rígido e inerte. No se sorprendió por las ropas que eligió para dormir, pues ella conocía la feminofilia de Daniel desde hacía años, cuando estudiaban juntos en la universidad. No obstante, la muerte del que era a veces su mejor amigo y otras veces su mejor amiga sí que la impactó.

Daniel, o Karissa, como se hacía llamar en su faceta femenina, no tenía familiares cercanos a quienes notificarles del deceso. Sus padres habían fallecido cuando tenía once años y no había tenido hermanos. La relación con sus primos y tíos era inexistente, pues se habían alejado de él por cuestiones testamentarias. Lo que sí tenía era un nutrido grupo de amigos, tanto hombres como mujeres, quienes estaban al tanto y aceptaban su condición de travesti. Karissa era bienvenida en ese círculo social.

Fue una decisión unánime entre sus amistades más cercanas el llevar a cabo las exequias en nombre de Karissa. Lo servicios funerarios fueron instruidos para preparar el cuerpo acorde con esta disposición. Le pintaron las uñas de los pies y de las manos. La ataviaron con un precioso y elegante vestido largo de color negro. La calzaron con unas sandalias de tacón de aguja adornadas con brillantes. No olvidaron colocarle un conjunto de ropa interior de encaje también de color negro.

Le pusieron aretes de oro en ambas orejas y su pecho estaba adornado por un collar que emitía muchísimos destellos. Su muñeca derecha lucía una pulsera igual de brillante. Si Karissa hubiera sido capaz de presenciar su propio velorio, habría estado muy complacida con la manera en la que se llevaron a cabo las cosas, y le agradaría saber que pasaría el resto de la eternidad como mujer.

De repente, y como procedente de un mundo completamente ajeno, se escuchó a lo lejos un sonido repetitivo y por demás desagradable. Daniel tardó un momento en comprender que se trataba de su alarma para despertar. Cuando abrió los ojos se sintió confundido y desconcertado. Estaba vivo. Todo había sido un sueño.

– ¡Daniel! -Le gritaba su madre desde la planta baja-. ¡Levántate! ¡Llegarás tarde a la escuela! ¡Tu desayuno ya está listo!

¡Vaya sueño tan extraño! Por su cabeza nunca había pasado la idea de ponerse alguna prenda de mujer. Trató de olvidarse del asunto y se levantó para prepararse e irse a la escuela. Al llegar a su salón su sueño ya se le había borrado, pero regresó como un déjà vu en cuanto observó el uniforme que portaban sus compañeras. Lo que más llamó su atención fue la falda plisada. En ese momento sintió una necesidad apremiante por experimentar la sensación de llevarla puesta, una necesidad procedente de lo más insondable de sus adentros. Apenas pudo concentrarse en otra cosa durante el tiempo que duraron las clases.

Por fin llegó a casa después de un día lleno de ansiedad. La oportunidad no podía ser mejor: su papá solía volver del trabajo hasta caída la tarde. Su mamá le había dicho en la mañana que no la encontraría cuando llegara a casa de la escuela porque acompañaría a su tía a la clínica y su hermana se había ido de excursión y llegaría hasta el anochecer.

Entró en el cuarto de su hermana a hurtadillas, a pesar de que no había nadie más en la casa. Aun estando solo, la sensación de estar haciendo algo prohibido, algo transgresor, lo orillaba a actuar con cautela y precaución. No supo por qué, pero una erección surgió en su entrepierna. No tardó en encontrar lo que estaba buscando: el cajón de las faldas en el armario de Anaira, su hermana. Como movido por una fuerza invisible, se despojó de sus pantalones y lentamente fue subiendo la falda azul satinada por sus piernas. La erección se hizo más dura.

Una vez que la falda estuvo en la posición final, sintió un irrefrenable deseo de masturbarse. Así fue como nació Karissa, quien se manifestó primero como un sueño, pero fue traída a la realidad. A partir de ese día comenzarían las andanzas secretas de una feminófila más en este mundo.

¡Mejora tus fotos femeninas!

Las fotografías son una excelente manera de compartir a tu ser femenino con el mundo. ¿Crees que tienes que ser una modelo para tomarte fotos increíbles? ¡Piénsalo dos veces! Lo único que necesitas es practicar las técnicas correctas y tener algunos trucos bajo la manga.

En este post te comparto 8 consejos que pueden ayudarte a verte y sentirte de la mejor manera.

Ya sea que te tomes selfies o que poses para un fotógrafo en una sesión de transformación, estos trucos te ayudarán a lucir sexy en tus imágenes.

1.- La importancia de la iluminación.

Al igual que como discutimos en el tema del maquillaje, la iluminación es uno de los factores principales que hacen la diferencia entre una foto buena o mala. La luz adecuada puede hacer maravillas como hacerte lucir más joven y que tu rostro se vea más terso, hermoso y femenino. La mejor opción es trabajar con la luz natural. Puedes tomar las imágenes en el exterior o en una habitación bien iluminada por el Sol. Aquí algunos consejos para trabajar con esta luz:

  • Los días con un poco de nubes son los ideales para las fotos ya que la luz es más suave.
  • Si estás cerca de una ventana, asegúrate de posar de cara a la ventana, ya que, de lo contrario la foto saldrá a contraluz.
  • Juega con tu posición y ubicación para asegurar que captures la luz que más te favorezca.
  • ¿No hay luz natural? ¡No hay problema! Otra solución es invertir en un anillo de luz. Estos proveen iluminación suave y pueden enfocarse directamente en el rostro. ¡Por algo las influencers de belleza los aman!

2 .- Posiciona y estabiliza correctamente la cámara.

Una cámara temblorosa o con un ángulo incómodo sin duda arruinará la foto, es por ello por lo que estabilizarla es un requisito muy importante. Aquí dos consejos para lograrlo:

  • Consigue un trípode. Suelen ser económicos y ayudarán a que eleves el nivel de tus fotos. Si lo tuyo son las selfies, puedes usar el temporizador de la cámara o comprar un disparador remoto para tu teléfono.
  • Intenta con un selfie stick. Estos gadgets pueden parecer algo ridículos, pero de hecho son de gran ayuda para obtener imágenes de buena calidad y librarte de que tus brazos extendidos hacia la cámara se vean en todas las fotografías.

Hablando de selfies, ¿sabías que las fotos tomadas a la distancia de los brazos distorsionan tus facciones y hacen que tu nariz se vea 30% más grande? Sí, hay estudios que lo prueban. La solución a esto es tomar las fotos a una distancia apropiada usando los métodos descritos arriba.

3.- Encontrar el ángulo más favorecedor para tu cara.

Sí, hablemos del ángulo, ya que resulta que tiene un impacto enorme en cómo se verán tus fotos.

Un ángulo muy bajo puede crear o acentuar la papada. Por el contrario, uno demasiado alto se ve simplemente raro e incómodo. El lente de la cámara debe ser posicionado lo más cercano a la altura de los ojos para que las tomas sean más halagadoras. Otro consejo es proyectar el mentón hacia delante algunos centímetros más de lo normal, pues esto ayudará a definir la mandíbula sin importar tanto el ángulo de la cámara.

4.- Ajustar el ángulo de tu cuerpo.

Cuando se trata de fotografías sorprendentes, todo se resume a los ángulos.

La regla número uno es evitar ver de frente hacia la cámara, pues esto tiende a que tu cuerpo se vea más ancho de lo que realmente es. En su lugar, aleja tu torso de la cámara, pues esto crea la ilusión de hombros más pequeños y ayuda a balancear las proporciones de tu cuerpo.

5.- Encuentra tu mejor perfil.

No es un mito que todos tenemos un “mejor lado”. Nuestros rostros no son perfectamente simétricos, así que se ven diferentes de cada lado. Experimenta con diferentes ángulos de cara hasta que encuentres el que más te favorezca. Intenta girar tu cara ligeramente hacia la izquierda y hacia la derecha e inclinar la barbilla hacia arriba y hacia abajo.

También toma en cuenta a tus ojos. En lugar de mirar directamente hacia la cámara, intenta ver hacia arriba o hacia lo lejos. Una vez que encuentres tu perfil, ¡sácale provecho!

6.- Vigila tus brazos.

Los brazos suelen representar un problema para muchas travestis o mujeres trans. Posar con los brazos pegados a tu cuerpo hace que se vean más grandes, así que lo mejor es mantenerlos un poco alejados del cuerpo para lograr un efecto adelgazador.

Otro consejo es cubrir tus brazos con alguna bufanda o velo, ya que esto ayudará a desviar la atención de ellos y al mismo tiempo te permite mostrar un poco de piel.

7.- Piensa en cosas alegres.

¡La cámara lo captura todo! Si te sientes mal contigo misma, te garantizo que eso se verá reflejado en la foto. Eso significa que necesitarás trabajar en tu bien humor para que te sientas lo más feliz y relajada posible durante la sesión. La música es una buena opción para ponerte de buen humor, así que pon algo funky y ¡convéncete de ser la mujer más sexy que alguna vez ha pisado la Tierra!

8.- Utiliza uno o varios filtros.

Existen infinidad de apps que pueden llevar tus fotos de ser buenas a ser sorprendentes. Solo ten en cuenta que no es recomendable saturar tu imagen con demasiados filtros o herramientas de edición. El simple hecho de retocar los colores y la iluminación en tus fotos puede hacer una gran diferencia.

Este artículo es una traducción. El original se encuentra aquí. Respectivos créditos a su autora original.

Travestismo femenino. ¿Por qué es aceptado socialmente?

La construcción social en nuestra sociedad ha establecido normas y expectativas en cuanto a cómo deben comportarse y vestirse las personas de acuerdo con su género. Estas normas pueden ser muy rígidas y limitantes, y a menudo se reflejan en la forma en que la sociedad percibe y juzga a las personas que osan desafiar estos preceptos. En particular, los hombres que usan prendas de mujer hemos sido estigmatizados y marginados en nuestro entorno, mientras que las mujeres que usan prendas de hombre han sido más toleradas e, incluso, celebradas.

Desde hace muchos años, las mujeres han adoptado prendas de vestir tradicionalmente asociadas con la masculinidad, como pantalones, camisas, trajes y corbatas. Estos elementos se han incorporado gradualmente a la moda femenina y hoy en día son considerados completamente aceptables. Sin embargo, la situación es diferente cuando los hombres quieren vestirse con prendas asociadas a la feminidad, como faldas, vestidos y tacones. En estos casos, la sociedad a menudo los considera inapropiados, desviados o enfermos.

El uso de pantalones por parte de las mujeres se remonta a la antigüedad, aunque en la mayoría de las culturas han sido prendas reservadas exclusivamente para hombres. A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que luchar para ganar el derecho a usar pantalones y otras prendas consideradas “masculinas”.

En el siglo XIX, las mujeres comenzaron a usar pantalones como parte de la ropa deportiva, especialmente para andar en bicicleta y practicar deportes al aire libre. Sin embargo, aún eran considerados inapropiados para el uso cotidiano.

Fue en la década de 1920 cuando el uso de pantalones se popularizó entre las mujeres, gracias en parte a la moda del “traje pantalón” introducido por diseñadoras como Coco Chanel. Esta prenda era una versión elegante y femenina de los pantalones, con una chaqueta que la acompañaba para crear un atuendo completo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres comenzaron a trabajar en empleos tradicionalmente ocupados por hombres, y los pantalones se convirtieron en una prenda práctica y cómoda para el trabajo. En la década de 1950, las estrellas de Hollywood como Marlene Dietrich y Katharine Hepburn popularizaron el uso de pantalones en la moda femenina.

Sin embargo, incluso en la década de 1960, algunas escuelas y lugares de trabajo todavía prohibían el uso de pantalones para mujeres, considerándolos poco femeninos. A medida que las mujeres continuaron luchando por la igualdad de derechos y oportunidades, el uso de pantalones se convirtió en una forma de desafiar las normas de género y afirmar su libertad y autonomía.

¿Por qué esta diferencia en la aceptación de los roles inversos? La respuesta tiene que ver con las normas de género que hemos heredado de la cultura masculinamente orientada en la que vivimos. Durante siglos se consideró que los hombres eran superiores a las mujeres, y que las características asociadas con la feminidad eran inferiores a las asociadas con la masculinidad. En este contexto, el uso de prendas de vestir tradicionalmente femeninas por parte de los hombres es percibido como una amenaza a la masculinidad y al poder de los hombres en la sociedad, demeritando así su valor percibido por otros miembros de la manada.

La estigmatización del travestismo masculino no solo se produce en el nivel individual, sino que también se refleja en el nivel institucional. Por ejemplo, en muchos lugares de trabajo, se espera que los hombres usen ropa formal y “masculina”, mientras que a las mujeres se les permite una mayor variedad de opciones de vestimenta. Esta desigualdad en la forma en que se percibe la ropa según el género es un reflejo de la desigualdad más amplia en la que se basa nuestra sociedad.

Sin embargo, es importante destacar que cada vez hay más personas que desafían estas reglas de género y que están luchando por una mayor igualdad y diversidad en la forma en que se perciben y aceptan las personas que usan prendas de vestir que no están tradicionalmente asociadas con su género. Por ejemplo, cada vez hay más marcas de moda que ofrecen opciones de ropa unisex, y se conocen más personas que se sienten cómodas vistiendo prendas de género inverso.

A manera de cerrar el post, te presento una lista de algunas mujeres históricas que se disfrazaron de hombres por diversas razones:

  1. Catalina la Grande: en su juventud, se disfrazó de hombre para asistir a una representación teatral que su tía abuela, la emperatriz Isabel, había prohibido a las mujeres.
  2. Juana de Arco: durante la Guerra de los Cien Años, se disfrazó de hombre para unirse al ejército francés y liderar la batalla contra los ingleses.
  3. Hannah Snell: una soldado británica que se disfrazó de hombre para unirse al ejército y luchar en las Guerras de los Siete Años y de la Independencia de los Estados Unidos.
  4. Jeanne Baret: una botánica francesa del siglo XVIII que se disfrazó de hombre para unirse a una expedición científica y explorar el mundo.
  5. Margaret King: una escritora y viajera estadounidense del siglo XIX que se disfrazó de hombre para viajar a través de Turquía y Egipto.
  6. Sarah Rosetta Wakeman: una soldado estadounidense que se disfrazó de hombre para unirse al Ejército de la Unión durante la Guerra Civil.
  7. Amelia Robles Ávila. Considerada la primera mujer transgénero reconocida en México, luchó activamente como coronel en la Revolución Mexicana.